Sé bien que he de deciros adiós,
nube lila y de fuego, nieve del jazmín de monte.
El tiempo del hombre es breve
y el crepúsculo se confunde con la claridad del alba.
Pero espero ver un día,
más lozana y renovada, la Tierra:
quizá el melocotonero aún estará rosado
y la miel de oro dormida aún en el jarro.
(De Cant amagadís, 1986)