El gorrión alzará la tibieza del nido.
Y el ruiseñor sus torres frágiles.
Las abejas, con aguijón de oro,
coserán a vuelos el aire.
Y bajo el cielo tan liso tus ojos azules serán
aún más azules.
Pero antes, el tronco del tilo
ha de elevar la savia.
Pálido grumete de sueño, fantasma de cristal,
desplegará en la punta de las ramas
-¡Oh, verde barco adornado!-
los pañuelitos trémulos del follaje.
(De El senyal, 1935)
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