
La voz arrebatada de la poeta italiana Alda Merini, presa de la locura y del amor, en la tralla lacerante de la vida.
La voz órfica, sagrada, de una mujer inigualable y maravillosa que fulge en la noche y nos acuna en los malos sueños.
Rescato y traduzco aquí un poema -de su libro Poesie per Marina-, dedicado a su editor Vanni Scheiwiller.
Alda, por entonces -1986-, deja Tarento, donde ha convivido frágilmente durante tres años con su nuevo esposo, el poeta Michele Pierri, y donde presa de la locura de la poesía escribe La gazza ladra y L'altra verità. Diario di una diversa, y se dirige a Milán.
Oigamos sus "vestigios divinos":
Con aquel tren de Tarento, infinito,
donde se curará la sombra de mi juventud,
un día volveré.
Volveré, Vanni, del amor que he perdido
entre los gozosos olivos de la tierra,
volveré a su viejo cuerpo...
Hasta aquí, Vanni, no he vivido mas que un año
de dolor perdido:
y cuando el sol me curaba la sien,
oh Vanni, rogaba al Señor
que me llevase con él.
Pero con aquel tren de Tarento, gris,
más aún que el martirio más duro,
más aún que el hospital de Affori,
volveré un día a sentir la salinidad
pura,
las oscuras sombras de los muertos
la tradición de los vencidos,
el respaldo de las estaciones.
Volveré, oh Vanni, a redimir el dolor de siempre
aquel que asentó raíces lejos,
ya sabes...
Los locos sacramentos
donde se celebraban oscuras fiestas
en los antros de los manicomios
y el trípode de una biblia llena de melancolía
y los sentidos sumidos en un profundo vértigo
y el mar oscuro como el sentido de la culpa,
ay de mí, tan lejano,
y tan cercano a mi cuerpo.
Pero yo, Vanni, volveré a aquel golfo y por ti y por mí
y por todos cuantos tienen vestigios divinos:
Afrodita me cubre de oro la sien
en mis días de furor,
pero aquí como la ninfa salvaje que anhela las aguas
he metido el pie en el estanque más puro
y en vez de agua era sangre,
era sangre de amor,
y surgí dormida en la palabra
surgí dormida en mis largos cabellos
surgí enamorada del canto infeliz
que había escondido el lirio de Orfeo,
magnífico execrable patrón
de mi juventud.
Oh Vanni, la ebriedad de los sentidos
trueca el velo de la eterna armonía:
volveré a él, a ti
volveré a morir.
Gracias a ti conozco a esta gran mujer y busco su vida y sus poemas.
ResponderEliminarGracias, por lo que aprendo con tus palabras.