lunes, 11 de febrero de 2019

DESPEDIDA, DE OVIDIO






Ya descansaban las voces de los hombres y los perros,

y la alta luna conducía los caballos de la noche.

Levantando mi mirada hacia ella y a su lado divisando el 

                                                                          [Capitolio,

que vanamente se encontraba junto a nuestros Lares,

dije: “Númenes que habitáis en las moradas vecinas,

templos que ya nunca volveréis a ser vistos por mis ojos,

y dioses que debo abandonar, de la alta ciudad de Roma, 

acoged para siempre mi reverencia”.




(De, Tristium, liber primus, Publius Ovidius Naso)






EL INFINITO, de GIACOMO LEOPARDI

  Siempre me fue querida esta yerma colina, Y este seto, que gran parte Del último horizonte excluye a la mirada. Pero sentado y miran...