Ya descansaban las voces de los hombres y los perros,
y la alta luna conducía los caballos de la noche.
Levantando mi mirada hacia ella y a su lado divisando el
[Capitolio,
[Capitolio,
que vanamente se encontraba junto a nuestros Lares,
dije: “Númenes que habitáis en las moradas vecinas,
templos que ya nunca volveréis a ser vistos por mis ojos,
y dioses que debo abandonar, de la alta ciudad de Roma,
acoged para siempre mi reverencia”.
(De, Tristium, liber primus, Publius Ovidius Naso)
No hay comentarios:
Publicar un comentario