De tu rama desprendida,
pobre hoja marchita,
¿dónde vas? — No lo sé.
El tiempo derribó el roble
que era mi sustento.
Del inconstante soplo
del céfiro o el aquilón
desde aquel día me paseo
del bosque al llano,
de la montaña al valle.
Yo voy donde todo va,
donde va la hoja de la rosa
y la hoja del laurel.
(De Fables, Livre V, 1812)
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