Ya ni rencor ni desprecio,
ya ni temor de mudanzas,
tan solo una sed…una sed
de no sé qué que me mata.
Ríos de la vida, ¿dónde estáis?
¡Aire!, que el aire me falta.
-¿Qué ves en esa hondura oscura?,
¿qué ves que tiemblas y callas?
-¡No veo! Miro, como mira
un ciego la luz del sol clara.
Y caigo allí donde
nunca el que cae se levanta.
(De "Libro I Vagedás", de Follas Novas, 1880)
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