Acércame el girasol para que lo trasplante
a mi suelo abrasado por la sal,
y que muestre todo el día a los azules destellantes
del cielo la ansiedad de su rostro pajizo.
Tiende a la claridad lo oscuro,
se consumen los cuerpos en un fluir
de tinta: ésta en música. Desvanecerse
es entonces la ventura de las venturas.
Acércame la planta que lleva
donde surgen doradas transparencias
y cual esencia disipa la vida;
acércame el girasol enloquecido de luz.
(De Ossi di seppia, 1925)
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