El verano se va. Te digo amor
sin pensar que, diciéndotelo, me equivoco.
Entre la hierba de septiembre y mi corazón
cantan los grillos con música de alambre.
Te digo amor. Y tú no me sientes.
El verano que nos deja solitarios,
te pone espliego en los dientes
y, a mí, oro molido sobre los labios.
Te digo amor. Y el día cae.
La noche anuncia frutos otoñales.
El verano, que iba desnudo, pelo azul,
ya, desde hoy, viste camisa.
Te hablo amante. ¿Sonríes a qué?
Gotea claridad de estrellas del cielo.
Sobre un amor, que es el último,
una fuentecilla, a lo lejos, gimotea.
(De Antologia poètica, 1982)
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