El mar canta, lila, lila.
Malvas, verdes, las peñas escuchan.
—¿Qué me dices, mar lila, lila?
—Peña malva, peña verde, ¿qué me dirás?
—Yo te diré, mar lila, lila,
que me perdones si estoy muda por tu canto,
que las peñas fuimos creadas para mirarte
y sufrir, amorosas, tu palpar.
Corre adelante, mar lila, lila,
corre atrás, lileando…,
y te diré, mar lila, lila, que si pasas
tan de seguido por mi gola tus rizos azules,
de cabeza me tiraré a tus brazos,
y la peña no estará,
que la peña será lila,
lila, lila, como la mar…
(De Entre el coral i l'espiga, 1952)
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