Este fragmento que tomas por
vil e inútil leño
fue la quilla que por vez
primera recorrió el mar ignoto.
Aquella que ni los estragos de
Cinea
ni las olas Escitias en otro tiempo pudieron
destruir.
Los siglos la han vencido: pero,
aunque haya cedido a los años,
es esta pequeña tablilla más
venerable que la nave intacta.
(De Epigrammaton libri, Liber VII, 19)
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