jueves, 28 de octubre de 2021

POR CAMINO DE HUERTOS, de JOSEP MARIA DE SAGARRA

 




Por camino de huertos

vamos a la playa,

por camino de huertos

mudos son los pasos.

Caminito estrecho,

ringlera de cañas,

la frescura del verde

refresca la cara…

Ha llegado el tiempo

de las calandrias,

del cielo desgarrado

al caer de la tarde:

la uva ya tiene

dulzona la carne…

Ha llegado el tiempo

del frío en la barca;

ha llegado el tiempo

de las añoranzas…

Por camino de huertos

se despierta el alma,

el corazón se endulza,

la vista es más clara,

se ve poco a poco

a su paso la vida;

en la frente las espinas

se van con la brisa;

en las manos los clavos

son rosas moradas.

Todo el sufrimiento

es fresco como agua,

es dulce como el viento

y el verde de las cañas…

Ha llegado el tiempo

de esperar la gracia,

de mirar la mar

y los pájaros que pasan…

Ha llegado el tiempo

de sentirse el alma

sin amor ni gozo,

ni duelo ni venganza;

el alma que ríe

porque el agua es clara,

porque hay un laúd

con la vela blanca;

porque en la sazón

la miel maduraba,

y el olivar

se ha vuelto de plata…

Ha llegado el tiempo

de sentir en la cara

el caminito empapado

que abre una lágrima

porque todo es puro

y todo acaricia,

porque el cielo es azul

y es azul la mar.



(De Cançons de rem i de vela, 1923)






martes, 19 de octubre de 2021

CANCIÓN DE SUBURBIO, de JOSEP MARIA DE SAGARRA


 


 

Amo la huerta raquítica

abatida por la fábrica 

y me agrada envolver mi vida

de este paisaje indiferente

 

Y me place el instante alborotado:

gente de merienda y ensalada.

Una doncella despechugada

y una canción que hace llorar.

 

Y el hombre humilde que enseña al aire

una frente valiente y un ojo esclavo,

y va con gorra y alpargata,

su talegilla y el vestido azul.

 

Aquí veo que se abre el mundo

frío y terrible como la muerte.

¡Y es tan mezquina y es tan pobre

la campanilla de mi corazón!

 

Huyo la retahíla de los aduladores

y en mi rostro ya no hay duda

y puedo verme el alma desnuda

sin ningún asomo de recelo.

 

Amo la huerta desolada;

el durazno amodorrado que se muere,

y el arenque plateado,

porrón de sangre, tomate de oro.

 

¡Yo sigo vuestra manía,

hombres extraños de buena dentadura,

que volveréis a la miseria

un poco más contentos!

 

Duren los males, duren las penas,

lágrima, rosa, perla y beso.

Dure este corazón y estas venas,

dure este ojo que nada ve.

 

¡Encendido vestido que desgarra el gozo,

danza por mí! Hombre leal,

ven, fuma nuestra pipa

sobre la hierba virginal.

 

Declaremos las vivas maravillas

de tu trabajo, de tu tormento.

Bajo el concierto de las estrellas,

fumemos con tranquilidad.


(De Cançons d'abril i de novembre, 1918)




martes, 12 de octubre de 2021

ACÉRCAME EL GIRASOL, de EUGENIO MONTALE




Acércame el girasol para que lo trasplante

a mi suelo abrasado por la sal,

y que muestre todo el día a los azules destellantes

del cielo la ansiedad de su rostro pajizo. 

Tiende a la claridad lo oscuro,

se consumen los cuerpos en un fluir

de tinta: ésta en música. Desvanecerse

es entonces la ventura de las venturas.

Acércame la planta que lleva

donde surgen doradas transparencias

y cual esencia disipa la vida;

acércame el girasol enloquecido de luz.


(De Ossi di seppia, 1925)



martes, 5 de octubre de 2021

EL ÁRBOL SOLITARIO (con seis heptasílabos isla adentro), de MARIA CALLÍS CABRERA

 




yo que tan solo quería

los dientes del mar royéndome la pesadumbre

yo que tan solo escribía

por el barniz matemático del poema

y estoy aquí en este cruce de cien caminos

y estoy aquí: huérfano de los dioses esclavo de los dados raíz de pinos

sauco ceñudo embestida de los vientos sollozo de uvas

un espejo vacío un golpe de azada mala simiente metida adentro

 

REPIQUES DE ZUECOS Y

LA TRAMUNTANA

 

PRESENTIMIENTOS DE LA

MADRESELVA

 

 

y cómo golpea el viento:

como tus dedos de esparto y de alabastro

 

y cómo golpea el viento:

como tus ojos de cuervo cruzando el campo tan áspero

 

y no sabes más:

estás hecho así de malas hierbas

 

y no sé más:

crecí así a golpes de piedras

 

 

EL BULBO RAQUÍDEO

DE LA TRISTEZA

 

EL ALJIBE CANSADO

DE TU BOCA

 

 

la resaca del mar y la tristeza

la violación premeditada de mis religiones

el espacio tan virgen de la lluvia

y todos los nombres con los que te nombro:

mis manos preñadas de lluvia

y todos los nombres con los que tú me olvidas:

tu tierra yerma y yo dándote lluvia

 

CÓMO REVERBERA LA

MUJER MUDA

 

CORAZÓN TAN VACÍO

DE LA MUJER DOLMEN



EL INFINITO, de GIACOMO LEOPARDI

  Siempre me fue querida esta yerma colina, Y este seto, que gran parte Del último horizonte excluye a la mirada. Pero sentado y miran...