En el marjal cálido apresada en el cieno,
codiciada por los insectos, en mí se aflige
una garza muerta.
Me consumo en la luz y el sonido;
abatido en ecos menesterosos
a veces un soplo gime
olvidado.
Piedad, que yo no esté
sin voces ni figura
en la memoria un día.
(De Erato e Apòllion, 1936)
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