lunes, 24 de abril de 2023

ELEGÍA, de VICENT SALVADOR

 



Todas las islas son una misma isla,

este cuerpo que la mar limita. Custodian

los peces sus márgenes cada mañana sosegada,

cuando los dedos de la luz enraman por la arena

un arco iris de sal, restos del viento de los locos.

He osado volver allí, como vuelve nocturno

el asesino, ávido del rayo de la negrura,

como el animal herido que quiere sanar con sal

y sol la herida oculta. No se habita la isla

fácilmente, que la vida choca contra el muro

del mar cada minuto, en un milenio de anhelo.

Y soy la salamandra que ha atravesado el fuego

ilesa: si con la piel surcada de memorias,

también con el jugo inédito de una tierra que adoban

tres muertos blanqueados. Agosto –higos y mosto-

madura ávaro de azúcar por senderos y pámpanos.

Rincón de Ciutadella, allí se consuma el ocaso

y se hunde la llama del tesoro en la inmensa

copa de gin helado, mientras el amor o un viento

constela de figuras el nuevo caleidoscopio.


(De Mercat de la sal, 1993)




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