Como suele la arboladura
de la nave poderosa
hacer negra espesura,
sobre las tendidas olas;
y del vasto trenzado
hacer orgullosa muestra
con el laberinto osado
de las tensadas cuerdas;
donde los aires que pasan arrancan
enérgicas notas.
Así es el alma del bardo,
de soberbia y grandiosa;
tal en la máquina osada
todas las cosas resuenan;
dejando mil suspiros,
y mil salvajes notas;
¡qué pueden las rapsodias decir del soberbio
poema que entonan!
(De Queixumes dos pinos, 1886)
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