Para D. Ramón Otero Pedrayo
Volvieron las negras campanas,
las campanas de hierro
en la
noche,
y las frías camelias,
porque ella lo quiso;
porque quiere andar errante
por los caminos hondos;
sentir la dulce lluvia
sobre su féretro;
sufrir el silencio
de su
pelo muerto,
el chasquido de su traje
de dura
seda.
Y tenemos que soportar
este peso de sombras
entre la
niebla
debajo de los altos árboles
Aguardar a la vera
de los
ríos
que los muertos aman.
Llegar hasta el ancho valle
donde el aire se aquieta.
O seguir por un profundo camino
que nos lleva al mar,
donde hay cielos moribundos
y negras botas de náufragos.
Aguardar que ella llame
a los
muertos,
cuando se haga
ese gran
silencio de agua.
¿Hasta cuándo durará
este gran entierro?
¡Negra sombra, negra sombra!
Dulcemente
llueve
sobre tu
féretro…
Y el silencio de tu pelo
muerto
entre la niebla.
(De Sombra do aire na herba, 1959)
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