De Corinto me llevan, esclava, hacia Siracusa.
De la cuna a la tumba me llevan, oh Tirano, de la misma forma.
Myrtho, con apenas cinco años, los Dioses me asesinaron.
Correteaba. No les hice ningún mal a ellos, ni a ninguno.
Conseguí la guirnalda en los mejores juegos y besos en los mejores amores.
Mis ojos están sellados para los amores y los juegos.
Los que hoy consiguen guirnaldas y besos son diferentes a mí.
Caminante, has de acordarte, en mitad del amor, de las caricias de quien no te amó.
Alcé la mano, saludando a los Dioses, sin apenas inmutarme.
Aún no llegó el verano y ya estoy muerta.
Me llamo Cloris. Ese dolor (…)
NB: La última palabra del epigrama es ilegible.
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