domingo, 28 de abril de 2024

LA CALLE SOUFFLOT (PARÍS), de VALERY LARBAUD

 



Nuestra breve jornada pronto habrá terminado: los últimos

años se abren ante nosotros como estas calles;

y el colegio siempre está allí, y esta plaza

cuadriculada, y la vieja iglesia donde vimos

entrar a Verlaine ya muerto. En verdad, a pesar del mar

y de tantos caminos, nunca hemos salido

de aquí, y toda nuestra vida no habrá sido

sino un pequeño viaje en círculo y en zigzag por París.

E incluso después, nos quedaremos aquí,

invisibles, olvidados, pero habitando siempre

la ciudad de la infancia y del primer amor,

con el asombro de los doce años y del encuentro,

que nos hace murmurar entre la multitud:

“Porque sabes que siempre te he querido”

y un paseante, que nos ha escuchado, se dará la vuelta.


(De Éventail, 1922)



domingo, 21 de abril de 2024

EL BARDO, de EDUARDO PONDAL

 


Como suele la arboladura

de la nave poderosa

hacer negra espesura,

sobre las tendidas olas;

y del vasto trenzado

hacer orgullosa muestra

con el laberinto osado

de las tensadas cuerdas;

donde los aires que pasan arrancan

enérgicas notas.

 

Así es el alma del bardo,

de soberbia y grandiosa;

tal en la máquina osada

todas las cosas resuenan;

dejando mil suspiros,

y mil salvajes notas;

¡qué pueden las rapsodias decir del soberbio

poema que entonan!


(De Queixumes dos pinos, 1886)




lunes, 1 de abril de 2024

OTRA VEZ ROSALÍA, de LUIS PIMENTEL

 



                                Para D. Ramón Otero Pedrayo

Volvieron las negras campanas,

las campanas de hierro

               en la noche,

y las frías camelias,

porque ella lo quiso;

porque quiere andar errante

por los caminos hondos;

sentir la dulce lluvia

sobre su féretro;

sufrir el silencio

               de su pelo muerto,

el chasquido de su traje

               de dura seda.

Y tenemos que soportar

este peso de sombras

               entre la niebla

debajo de los altos árboles

Aguardar a la vera

               de los ríos

que los muertos aman.

Llegar hasta el ancho valle

donde el aire se aquieta.

O seguir por un profundo camino

que nos lleva al mar,

donde hay cielos moribundos

y negras botas de náufragos.

Aguardar que ella llame

               a los muertos,

cuando se haga

               ese gran silencio de agua.

¿Hasta cuándo durará

               este gran entierro?

¡Negra sombra, negra sombra!

               Dulcemente llueve

               sobre tu féretro…

Y el silencio de tu pelo

               muerto entre la niebla.


(De Sombra do aire na herba, 1959)





EL INFINITO, de GIACOMO LEOPARDI

  Siempre me fue querida esta yerma colina, Y este seto, que gran parte Del último horizonte excluye a la mirada. Pero sentado y miran...