Dulce Cataluña,
patria de mi corazón,
cuando de ti se aleja
de añoranza se muere.
I
Hermoso valle, cuna de mi infancia,
blanco Pirineo,
márgenes y ríos, ermita suspendida en el cielo,
¡por siempre adiós!
Arpas del bosque, pinzones y jilgueros,
¡cantad, cantad!
Llorando digo a los bosques y riberas:
¡hasta siempre!
II
¿Dónde encontraré tus climas saludables,
tu cielo dorado?
¡Pero, ay, pero ay! ¿dónde hallaré tus cimas,
bello Montserrat?
En parte alguna veré, ciudad de Barcelona,
tu Seu hermosa,
ni esos alcores, alhajas de la corona
que Dios te puso.
III
Adiós, hermanos; adiós, padre,
¡No os veré más!
¡Oh! ¡si en el fosal donde yace mi dulce madre,
yo el lecho tuviera!
¡Oh marineros, el viento que me destierra
que me hace sufrir!
Estoy enfermo, ¡pero ay! ¡volvedme a tierra
que allí quiero morir!
(De Pàtria, 1888)
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