lunes, 8 de septiembre de 2025

EL INFINITO, de GIACOMO LEOPARDI

 


Siempre me fue querida esta yerma colina,

Y este seto, que gran parte

Del último horizonte excluye a la mirada.

Pero sentado y mirando, interminables

Espacios más allá de ella, y sobrehumanos

Silencios, y una hondísima quietud

En el pensamiento me imagino; y por poco

El corazón no se estremece. Y como el viento

Oigo murmurar entre estas plantas, y aquel

Silencio infinito a esta voz

Voy comparando: y a mí torna lo eterno,

Y las estaciones muertas, y la presente

Y viva, y su sonido. Así, entre esta

Inmensidad, se anega mi pensamiento:

Y qué dulce me es naufragar en este mar.


(De Canti, 1835)





lunes, 1 de septiembre de 2025

LA BAHÍA ABIERTA, de MIQUEL BAUÇÀ



 


Ya se abre dentro de mis dedos el deseo azul.

Poco a poquito nuestros deseos y alientos,

llenando de alegría nuestra piel madura, se transfiguran

de seda transparente como un velo.

 

Esas líneas blancas, horizontales,

cubren de lujuria mi vida.

Este volverse allí y dejar un beso

seco como el erizo sobre las rocas

 

me dan escalofríos. El grito de nuestra

gavilla coquinosa de esperanzas

engendra cosquillas bajo los pies

de nuestra paz inconcisa, miedosa

 

como el silencio que engendra la nieve.


(De La carn i el goig, 2017)

domingo, 10 de agosto de 2025

LA MAR, de SIMONE WEIL

 


Mar dócil a las riendas, mar sumisa en silencio,

Mar dispersa, con olas para siempre encadenadas,

Masa  al cielo ofrecida, espejo de obediencia.

Para tejer cada noche pliegues nuevos,

Los astros a lo lejos, sin esfuerzo, tienen poder.

 

Hasta que la mañana llega a colmar todo el espacio,

Y acoge y devuelve el don de la claridad.

Un ligero fulgor se posa en su superficie.

Se esparce en la espera y sin deseo,

Bajo el día que crece, centellea y desaparece.

 

Los reflejos de la tarde harán lucir súbita

El ala suspendida entre el cielo y el agua.

Las olas oscilantes y fijas a lo liso,

Donde cada gota, sucesivamente,  sube y desciende,

Y permanecen abajo por ley soberana.

 

La balanza con brazos secretos de agua transparente

Se pesa a ella misma, y la espuma, y el hierro,

Justa, sin testigo, para cada barco errante.

En el nave un hilo azul traza un vínculo,

Sin ningún error en la línea aparente.

 

Inmensa mar, a los mortales desdichados sé propicia,

Apretados junto a ti, perdidos en tu desierto.

A quien va a naufragar háblale antes de que perezca.

Entra hasta su alma, oh mar, hermana nuestra;

Dígnate en lavarla en tus aguas de justicia.


Marsella, 1941-1942

(De Poemès, Gallimard, 1968)


sábado, 2 de agosto de 2025

RIMA 73 PARA LUCREZIA BENDIDIO, de TORCUATO TASSO

 


Viví: en la primera edad, Amor y Esperanza

Me hacían la vida más bella y florida;

Ahora falta la esperanza, y también la vida

Que de ella se nutría, se extingue al unísono.

 

Ni aquel deseo que se esconde y teme

Puede consolar a la virtud perdida;

Y entonaré de la muerte, placentera a mí,

si no puedo del amor, las metas extremas.

 

Oh Muerte, oh descanso en todo estado humano,

Seca planta soy que ya su fronda al viento

No despliega y me riego en vano.

 

Ah, ven, Muerte suave, a mis lamentos

Ven, oh piadosa, y con piadosa mano

cubre estos ojos y estos miembros ya gélidos.


(De Rime d'Amore c.1585, en Le Rime di Torquato Tasso, 1898)








miércoles, 30 de julio de 2025

VARIACIONES DE MI NOMBRE, de XUAN BELLO

 


Tú,

que podrías ser Joâo Velho

en la claridad azul de Sintra.

Allá adelante, distante y amigo,

presientes a tu señor El-Rey,

Don Sebastián.

 

Tú,

que andas en una tierra remota

y te llaman Jean Vieilh.

Rememoras aquellos días

tan tristes de Auvernia

mientras escuchas por primera vez

-inmensa y rara-

la voz del dios del río:

Mississipi.

 

 Tú,

John Oldman,

bucanero en Tortuga:

el mismo Henry Morgan

ha de disparar por ti.

 

 Tú,

que debes ser Juan el Viejo

allá en las tierras de Soria:

afuera labran los bueyes

el centeno del Faidor.

 

 Y tú,

qué extraño,

llamarte Xuan Bello

y estar aquí, en Oviedo,

vertiendo visiones oscuras

al asturiano claro.

Saber que tu patria

siempre queda ahí:

allí donde tú no estás.


(De Los nomes de la tierra, 1991)

miércoles, 23 de julio de 2025

EL LIBRO DE LAS HORAS, de MIGUEL TORGA

 


Aquí, delante de mí,

Yo, pecador, me confieso

De ser así como soy.

Me confieso lo bueno y lo malo

Que va al timón de la nave

En esta deriva en que marcho.

 

Me confieso

Poseído

De virtudes teologales

Que son tres,

Y de pecados mortales,

Que son siete,

Cuando la tierra no repite

Que son más.

 

Me confieso

El dueño de mis horas.

O de las cuchilladas ciegas y rabiosas,

Y de las ternuras lúcidas y mansas,

Y de ser de cualquier modo

Andanzas

Del mismo todo.

 

Me confieso ser charco

Y luna de charco, la amalgama.

Ser la cuerda del arco

Que lanza las saetas hacia arriba

Y por debajo de mi alzada.

 

Me confieso ser todo

Lo que pueda nacer en mí.

De tener raíces en el suelo

De mi propia condición.

Me confieso de Abel y de Caín.

 

Me confieso ser hombre.

Ser un ángel caído

Del cielo que Dios gobierna;

Ser un monstruo salido

Del hueco más hondo de la caverna.

 

Me confieso ser yo.

¡Yo, tal cual vengo

Para decir que soy yo

Aquí, delante de mí!


( De O Outro Livro de Job, 1936)




domingo, 20 de abril de 2025

LA ROSA BLANCA, de ATTILIO BERTOLUCCI



Recogeré para ti

la última rosa del jardín,

la rosa blanca que florece

en las nieblas primeras.


Las ávidas abejas la han visitado

hasta ayer,

pero aún conserva su dulzura

que hace temblar.


Es un retrato tuyo a los treinta años,

un tanto desmemoriada, como estarás tú entonces.


(De Fuochi in novembre, 1934)




EL EMIGRANTE, de JACINT VERDAGUER

 


Dulce Cataluña,

patria de mi corazón,

cuando de ti se aleja

de añoranza se muere.

 

I

Hermoso valle, cuna de mi infancia,

blanco Pirineo,

márgenes y ríos, ermita suspendida en el cielo,

¡por siempre adiós!

Arpas del bosque, pinzones y jilgueros,

¡cantad, cantad!

Llorando digo a los bosques y riberas:

¡hasta siempre!

 

II

¿Dónde encontraré tus climas saludables,

tu cielo dorado?

¡Pero, ay, pero ay! ¿dónde hallaré tus cimas,

bello Montserrat?

En parte alguna veré, ciudad de Barcelona,

tu Seu hermosa,

ni esos alcores, alhajas de la corona

que Dios te puso.

 

III

Adiós, hermanos; adiós, padre,

¡No os veré más!

¡Oh! ¡si en el fosal donde yace mi dulce madre,

yo el lecho tuviera!

¡Oh marineros, el viento que me destierra

que me hace sufrir!

Estoy enfermo, ¡pero ay! ¡volvedme a tierra

que allí quiero morir!


(De Pàtria, 1888)




martes, 25 de marzo de 2025

ENSUEÑO, de EDUARDO BLANCO AMOR

 


Ya todo ahora duerme en la noche

sembrada de ensueños y de estrellas.

Nada hay en ti, corazón mío, que luche.

Húndete en la paz que tanto anhelas.

Tinieblas de la noche, centellear de la altura

que recorre acechante mi espíritu;

ritmos eternos de pura sabiduría

que flotáis en el seno del infinito;

sueños sin forma en la oscuridad presos,

desasosiego sin fin, dolor sin calma,

locos pájaros del ideal, encendidos,

que alumbráis de luz y fuego el alma;

idos y dejadme quedar solo

en este mundo de gestos desvaídos,

quiero adormecerme en el supremo arrullo

de llegar a sentir sin los sentidos.


(De Romances galegos, 1928)





martes, 11 de marzo de 2025

UN PEDAZO DE LA 'ARGOS', de MARCO VALERIO MARCIAL

 


Este fragmento que tomas por vil e inútil leño

fue la quilla que por vez primera recorrió el mar ignoto.

Aquella que ni los estragos de Cinea

ni las olas Escitias en otro tiempo pudieron destruir.

Los siglos la han vencido: pero, aunque haya cedido a los años,

es esta pequeña tablilla más venerable que la nave intacta.


(De Epigrammaton libri, Liber VII, 19)




sábado, 8 de marzo de 2025

UNA MUJER Y UN HOMBRE EN LA ALTA NOCHE, de MARÍA BENEYTO



1

Flota y cae, desencantada, la alta noche por la habitación.

(La cocina pacifica cuchillos siempre en guerra).

Heridos de mancha humana, sábanas húmedas. Desorden.

La ventana zarandea viento del frío. Lejanísimo,

el viejo amigo noctámbulo del alcohol canta insomnios

en la suave locura de una calle de campanas.

 

La mujer reanudó, despeinada y floja,

la pobre historia activa, cercana, de las horas,

la aspereza, el vacío del sexo satisfecho, en la arboleda

de un día, de una fecha cualquiera, de un cadáver

de tiempo, que debe enterrarse en penumbra tibia.

(La mujer allá, en la torre nocturna del silencio.)

 

Del goteo del agua, el reloj se apropia.

El libro cae de brazos que ensayan muertes inciertas.

La soledad, que es libre, besa el cuerpo que retorna

al no ser, y la mujer adormilada ya cierra

a cal y canto la puerta medianera que llega

en la oscura ceguera de los ojos por el mundo del sueño.

 

Los gatos, cubiertos de uñas que arañan la oscuridad,

desde el amor salvaje que les duele y les aísla

ponen la noche a vivir en torno a la casa.

Los fantasmas eróticos de las sábanas se acuerdan de aquello.

Y la flor solitaria que está en el vaso cae en pétalos

hasta la sombra enfermiza encerrada en sí misma.

 

2

El hombre se va por la noche. Afuera miran,

alrededor de la casa, gatos sonámbulos.

El hijo muerto, el marchito en las sábanas, pasa

al olvido de lo turbio, secundario.

Los escalones de la escalera le despiden

y en el patio cerrado ha cerrado la sombra.

 

En la calle el hombre encuentra noche húmeda.

Unos individuos malcarados lo descubren:

Ven el miedo de lejos, le hacen risas

sintiéndose prepotentes, y con voces rasposas

rebosantes de mal vino, ásperos, se pierden.

Viene una hoja flotando, rezagada.

 

Cruzando la acera, una rata

pululante, es una cloaca gris

y carne sucia de pánico. Silba el hombre

"Casablanca" en el recuerdo de Ingrid Bergman

bajo la nube que hace ruegos a la lluvia.

Y los de los contenedores ya son penumbra.

 

En medio de la calle rechazando la sombra

invita la niña drogadicta

a paraísos deslumbrantes de sexo;

cinismo enfermizo, perversión tierna

y desnudez aterida, se ofrece

con la voz de un pájaro que está ahogándose.

 

Aparece un olor a jazmín y hierbabuena

de lugares secretísimos, invisibles,

donde se esconde el misterio. El hombre llega

a aquel lugar donde la vida pone la oreja

para sentir el mundo de común áspero.

Y la alta noche ensaya el suicidio.


(De Després de soterrada la tendresa, 1993)





EL INFINITO, de GIACOMO LEOPARDI

  Siempre me fue querida esta yerma colina, Y este seto, que gran parte Del último horizonte excluye a la mirada. Pero sentado y miran...